viernes, 15 de marzo de 2013

Quizá sí sea una de las bandas sonoras de mi vida. Gracias por la música sugestiva, me gusta ver a la gente arrastrar los pies a través de ese tango provocador. Me gusta verlos arremolinarse en el centro de la pista con el anhelo de captar el ritmo, de ser un poco más porteños. Me enorgullece ser argentina. No niego que disfruté mi caipiriña también. Me dan ganas de volver a perderme, como tantas veces, por aquellas callecitas grises de Capital, saboreando cada esquina de la ciudad (la puta madre, no intento hacer rimas truchas). Quiero tener esa radio de estilo antiguo que ví hace poco por ahí. Quiero que sea esa música la que me despierte, y no más el puto celular. No todo se puede y ya me tengo que dormir. De todos modos estoy muy feliz. Gracias a Tanghetto, otra vez, y a ese tango incidental, como se lo llama esta noche.


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