A mí sí me interesa saber cuál es la casa con el frente más
angosto de Buenos Aires, o por qué se deja un tarro de agua sobre la estufa; no
sos la única que le gustan los bares y restaurantes “de viejo”, ni la única a
la que le gustan las cajitas viejas de fósforos o los juegos de ingenio. Yo soy
un poco de esas cosas también, me interesa. Nada de lo que hayas dicho me
pareció una nimiedad, a pesar de mi gran poder de distracción al escuchar. Pero
sí sos la única que usa odiosas poleras, la única que logró que me guste una
canción de un género que jamás escucharía, la única que me cocinó a la luz de
las velas, la única a la que le hubiera hecho una casa de chocolate, algún día, si es que se vislumbraba un poquito de futuro juntas. Con un poco más de tiempo, también hubieras logrado que me gustaran las
cosas orientales.
No pensé que me ibas a gustar así, de hecho pensé erróneamente
que podía controlar y enjaular mis sentimientos. Te juro que me cerré herméticamente
porque no pensé que me ibas a dar tanta bola, y venía de sufrir bastante. No
quería darte ese privilegio de pensarte por largos ratos, de ocupar mis sueños,
de retratarte vagamente en mi mente; ojalá me hubiera contenido ante la idea de querer cederte
el terreno que sentía vacío en mi interior. Estaba siendo indiferente en parte
porque así lo quería, pero se me terminó escapando por algún hueco un deseo
irreprimible de querer quererte; así como también creo que le erré al actuar y todo
tomó un camino irreversible y lo único que me queda es arrastrar cierta culpa. Soy
propensa a ser bastante sentimental y frágil, por eso suelo mostrar una coraza
de hielo, cuando en realidad por dentro soy más cálida que la primavera. No
quiero apabullarte, no quiero serte una molestia ya. Soy medio tarada, a veces
es necesario que me peguen una piña. Mis errores tal vez no sean justificables,
pero ya estoy yo para sentirme mal por ellos, y procuro mejorar diariamente. Siento
desazón. Siento algo así como un par de patadas en el pecho, y me lo merezco
después de todo.
En este momento tengo la imperiosa necesidad de verte, y de
demostraste que quizá no me da tanta vergüenza caminar de la mano con otra
chica por la calle (con vos obviamente). Pero no sé bien cuál es el límite adecuado
de la insistencia como para no llegar a ser pesada, o debo ser perseverante aún mientras así lo dicten mis sentimientos,
no sé. Me parece un absurdo error que nos niegues un tiempo más para conocernos
más y aprovecharlo mejor. Capaz ya te aburrió mi juego de compartir la canción
que marca nuestro día a día.
Sunlight Factory - The Long Goodbye: (no hay video en yt, lo podés escuchar igual)